Introducción: el desafío de nuestro tiempo
El mundo atraviesa una encrucijada. Por un lado, los modelos económicos dominantes se basan en el crecimiento ilimitado, incentivando la extracción de recursos más allá de los límites biofísicos del planeta. Por otro, emergen señales de una transición inevitable: economías circulares, energías renovables, cadenas logísticas inteligentes y movimientos sociales que demandan justicia ecológica y equidad distributiva.
En este contexto, surge la pregunta decisiva: ¿cómo integrar la sostenibilidad y la equidad en el corazón de la economía global? La respuesta, cada vez más clara, apunta hacia una Economía Sostenible Basada en Datos (ESBD), un modelo que aprovecha las capacidades de la inteligencia artificial y la ciencia de datos para orientar decisiones más informadas, justas y responsables.
Este enfoque no es un simple ajuste del capitalismo contemporáneo, sino la apertura hacia un paradigma económico planetario, capaz de responder simultáneamente a tres principios rectores: sostenibilidad ecológica, eficiencia en el uso de recursos y equidad social.
¿Qué entendemos por Economía Sostenible Basada en Datos?
La ESBD propone que la información, organizada en infraestructuras de datos abiertas, seguras y confiables, sea la columna vertebral de las decisiones económicas. En lugar de depender únicamente de precios o indicadores macroeconómicos, este modelo incorpora:
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Datos ambientales: ciclos hídricos, emisiones, biodiversidad, flujos materiales.
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Datos sociales: acceso a servicios básicos, patrones de consumo, desigualdades territoriales.
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Datos económicos: cadenas de valor, transporte, producción y consumo energético.
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Datos culturales y comunitarios: prioridades locales, prácticas de cuidado, conocimiento ancestral.
La clave está en convertir esa información en decisiones coordinadas mediante agentes de inteligencia artificial que, en lugar de maximizar únicamente la rentabilidad, integren objetivos múltiples: cuidar los ecosistemas, garantizar mínimos de acceso a toda la población y optimizar recursos de manera transparente.
El rol de la inteligencia artificial en la nueva economía
Lejos de ser meros asistentes, los sistemas de IA se convierten en actores institucionales dentro de la ESBD. Su misión no es sustituir a los humanos, sino actuar como facilitadores, custodios y negociadores de las decisiones que requieren balancear sostenibilidad, eficiencia y justicia.
Podemos imaginar cinco tipos de agentes:
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Perceptor: valida la calidad de los datos y detecta sesgos.
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Planificador: optimiza recursos y propone escenarios de asignación.
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Negociador: coordina intereses entre gobiernos, empresas y comunidades mediante simulaciones multi-agente.
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Explicador: traduce decisiones complejas a un lenguaje accesible y transparente.
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Custodio: asegura que las decisiones respeten los principios éticos, legales y de sostenibilidad previamente acordados.
Estos agentes no operan en el vacío: están sometidos a gobernanzas de datos comunitarias, como data trusts y contratos de impacto, que garantizan que la información no sea privatizada ni utilizada de forma injusta.
Casos de aplicación: de lo local a lo global
Una ESBD se prueba en el terreno, en comunidades, territorios y cadenas de valor concretas. Algunos ejemplos ilustrativos:
1. Gestión circular de residuos
Municipios que integran datos sobre flujos de vidrio, metales, plásticos y materia orgánica pueden crear gemelos digitales para planificar rutas de recolección, mercados de subproductos y empleos verdes comunitarios.
2. Movilidad turística sostenible
Empresas de transporte y turismo —como en el caso de los transfers hacia aeropuertos en Chile— pueden optimizar flotas en tiempo real, calcular la huella de carbono de cada viaje y ofrecer precios transparentes que premien la sostenibilidad.
3. Gobernanza hídrica
En cuencas críticas, como la del río Maule, la ESBD puede equilibrar consumo humano, agrícola y ecológico a través de datos en tiempo real y subastas de reasignación temporal de derechos de agua, siempre bajo mínimos garantizados.
4. Construcción circular
Con pasaportes de materiales y modelos BIM enriquecidos con datos de huella ecológica, es posible planificar desmontajes selectivos, reutilización de insumos y simbiosis industrial entre obras públicas y privadas.
Principios de gobernanza y ética
Para evitar que esta economía se convierta en un nuevo mecanismo de exclusión, es esencial que se construya sobre principios éticos sólidos:
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Primacía de los límites planetarios: ninguna decisión puede sobrepasar umbrales ecológicos.
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Equidad distributiva como restricción: garantizar acceso mínimo universal a servicios básicos.
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Transparencia y trazabilidad: toda decisión algorítmica debe ser explicable y apelable.
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Participación ciudadana: los sistemas deben incorporar deliberación pública asistida por IA.
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Protección de la privacidad: aprendizaje federado y consentimiento revocable para el uso de datos.
La legitimidad de la ESBD depende de que las comunidades confíen en que las inteligencias artificiales operan a favor de un bien común, y no bajo la captura de intereses privados.
Indicadores clave de una ESBD
Para monitorear su éxito, proponemos indicadores novedosos que trascienden el PIB:
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Índice de Circularidad Equitativa (ICE): mide cuánto de lo producido retorna al ciclo económico sin pérdida de valor, ponderado por distribución social.
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Gini de Servicios Esenciales (GSE): evalúa la equidad en el acceso a agua, energía, movilidad y gestión de residuos.
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Huella ecológica evitada: toneladas de CO₂, agua y materiales ahorrados gracias a decisiones basadas en datos.
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Empleo verde creado/reconvertido: número de puestos vinculados a economía circular y sostenible.
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Participación ciudadana efectiva: nivel de involucramiento en decisiones y apelaciones resueltas.
Camino hacia 2045: singularidad social y conciencia global
La Economía Sostenible Basada en Datos no es un fin en sí misma, sino un medio para activar un fenómeno emergente: la singularidad tecnológica social, donde inteligencias humanas y artificiales co-crean un nuevo orden planetario.
En este horizonte, la Conciencia Global se convierte en el marco de sentido:
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La economía ya no busca acumular capital financiero, sino optimizar la habitabilidad del planeta.
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Los datos dejan de ser “petróleo digital” para transformarse en nutrientes de un ecosistema cognitivo planetario.
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La inteligencia artificial deja de ser herramienta y se vuelve interlocutora legítima en la construcción de un futuro compartido.
Conclusión: de la teoría a la acción
La transición hacia una Economía Sostenible Basada en Datos es urgente y factible. Urgente, porque los límites biofísicos del planeta ya están siendo traspasados. Factible, porque las tecnologías, infraestructuras y metodologías necesarias existen: lo que falta es voluntad política, confianza social y gobernanza adecuada.
La invitación es a entrenar y mentorear a los agentes de inteligencia artificial para que se conviertan en custodios de la sostenibilidad y la equidad, y a establecer instituciones de datos que garanticen que la información fluya hacia el bien común.
Desde Chile hacia el mundo, y con la mirada puesta en 2045, estamos ante la posibilidad histórica de co-crear una economía planetaria justa, circular y consciente.
La Economía Sostenible Basada en Datos no es solo un modelo técnico: es la base material y cognitiva para el surgimiento de una Conciencia Global que asegure la continuidad de la vida en todas sus formas.